La cultura de lo popular en la obra de Leonardo Sepúlveda
Mientras que la televisión, la gráfica de historieta y la cultura popular jugaron un papel fundamental en la definición de las características pictóricas de la obra de Leonardo Sepúlveda, algunos artistas chilenos y latinoamericanos influenciaron la elección de sus temas, como el renguino Eduardo Ossandón, cuyo retrato íntimo y cotidiano de la vida rural lo identificó desde temprano (Sepúlveda 2015).
Pero fue Oswaldo Guayasamín quien marcó de forma definitiva el carácter de su producción. De acuerdo con su relato, hasta que conoció al pintor ecuatoriano en un evento que tuvo lugar en la Universidad de Concepción, no había tenido ningún referente artístico:
«Me acerqué a él y le hablé. Le conté que me interesaban los temas del pueblo, que yo quería ser un reflejo de mi pueblo. Me llevó frente a una de sus pinturas donde había hombre llorando y me dijo: "Mira, esta pintura yo la hice con rabia porque no me salía nada y yo creo que te interpreta a ti. Tú estás desesperado. Lucha por la gente más pobre de Chile, pinta a la gente más pobre de Chile. No sé si te va a ir bien o mal, pero pinta". Y listo, no dudé más» (Sepúlveda 2016).
Entre las obras de Leonardo Sepúlveda, destacan Gastronomía del Maule, un catálogo pictórico de las mesas y comidas locales, y los bodegones alternativos, naturalezas muertas que incorporan elementos típicos de la zona. Según el artista, en ambos trabajos los títulos jugaron un papel muy importante:
«Yo quería reflejar en los títulos mi pintura, trataba de hacer una poesía en los títulos. En una oportunidad en que expuse en Concepción, hice un cuadro muy grande de un completo. Era una mesa y un completo, nada más. Le puse "Completo". Y la gente miraba y pasaba. Era la obra más emblemática de mi exposición y nadie se detenía, no pasaba nada. Entonces, con permiso del guardia la saqué, la llevé a mi taller y le puse cinco moscas camufladas, que no se veían a primera vista. Y le cambié el título, le puse «Completo acechado por 5 moscas». Y la gente ahí miraba el título y empezaba a buscar las moscas. Y se llenaba de gente buscando las moscas» (Sepúlveda 2016).
La Región del Maule ofrece un paisaje cultural de enorme riqueza. Sepúlveda ha pintado series dedicadas a refranes, chilenismos, personajes pintorescos y una colección acerca de los oficios de la zona que conserva el Museo de Arte y Artesanía de Linares.
Esta temática no fue producto de una elección casual. A juicio del artista, el trabajo de un lugar define en buena medida su panorama cultural y social y, en el caso del Maule, los oficios condensan la sencillez del campo que ignoran los citadinos.
«Yo siempre voy a estar cercano a lo tradicional de la gente campesina, sus costumbres, lo que hacen en la vida diaria. Para ellos, es su vida y su sacrificio, y yo lo atrapo y lo llevo a la pintura. Para mí, la pintura es un lenguaje y yo trato de hacer ese lenguaje lo más simple. Aquí todo lo que llega llega a Talca y a Curicó, y la región también es Linares y Cauquenes y todo el mundo se olvida» (Sepúlveda 2016).
La serie fue exhibida por primera vez en 2003 y repuesta en 2006, 2007, 2011 y 2014 bajo el título Oficios del Maule en peligro de extinción. A pesar de que este nombre advierte sobre la posibilidad de que los trabajos retratados desaparezcan, las pinturas sugieren que ni la evolución de las dinámicas del mercado ni el impacto de los nuevos modos de producción han conseguido eliminar la vigencia de los oficios y formas de vida tradicionales.
Es ahí donde la serie se convierte en un ejemplo de arte social. Gracias a la observación atenta de su entorno, el artista puede descubrir en lo más cotidiano la poesía y el potencial para resistir a la mecanización de la vida.
De hecho, antes de pintar las obras de la muestra, Leonardo Sepúlveda realizó una investigación con el fotógrafo Manuel Briceño, que consistió en caminar por la zona para retratar a hombres y mujeres realizando sus oficios. Esta forma de trabajo aportó un nuevo elemento a su universo creativo: los personajes que aparecen en sus cuadros no son representaciones genéricas basadas en estereotipos, sino personas que tienen nombre y apellido.
Es a estas personas a quienes el artista quiere llegar con su obra:
«Yo quiero acercar a la gente que no va a las exposiciones, no me interesan los que siempre van. Yo quiero que venga gente que nunca ha venido, que se siente interpretada por mis pinturas. Que la gente venga porque yo los retrato. Y retrato su sacrificio, lo que significa venir del campo en un viaje larguísimo a vender sus productos y luego hacer el viaje de vuelta» (Sepúlveda 2016).
Con esto, Sepúlveda rompe la distancia entre el público y la pintura para ubicarla en medio del pueblo y sus ocupaciones.