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Leonardo Sepúlveda: el color de lo cotidiano

Solapas secundarias

Lo gráfico y lo pictórico en el trabajo de Leonardo Sepúlveda


Dos rasgos saltan inmediatamente a la vista en las pinturas de Leonardo Sepúlveda: la utilización casi pura del color y los marcados contornos del dibujo. Estas características configuran un universo pictórico particular, en el que confluyen diversas corrientes artísticas con la decisión de retratar la cultura y la vida cotidiana de la región del Maule.

De acuerdo con Sepúlveda, ni los aspectos formales ni los temas que lo inspiraban fueron bien recibidos en la Universidad de Concepción, donde cursó la Licenciatura en Artes Visuales a principios de los noventa. La mirada que imperaba entonces valoraba más el contexto internacional que el local, y la abstracción dominaba la escena penquista:

«Había un grupo que se llamaba Grupo Grisalla y, para interpretar ese cuadro [alguno de sus cuadros], a mi modo de ver, había que hablar con el pintor […]. De ahí me empecé a formar la idea de ser un pintor netamente didáctico: que desde un cabro chico hasta el veterano sabio supieran claramente qué es lo que yo estaba representando. Que no hubiera intermediario entre el espectador y el pintor (Sepúlveda 2016).

A pesar del rechazo de algunos sectores de la academia, insistió en lo que ya era una obsesión para él: el campo, la gente sencilla y lo popular, además de la gráfica que caracteriza su obra hasta el día de hoy.

Las pinturas del artista destacan por su particular colorido tanto en el tratamiento de los personajes como en el de los objetos y fondos: «Yo pinto con mucho color, por mí pintaría del mismo tubo, sin mezclar». En esto, el uso del acrílico juega un papel fundamental. A diferencia del óleo, que se aplica en una sucesión de capas y veladuras de lento secado y permite un amplio espectro de mezclas, el acrílico exige decisiones más rápidas en un universo de posibilidades acotadas.

En este sentido, la elección de materiales que hace el artista coinciden con la distancia que toma respecto a la pintura académica tradicional que utiliza principalmente el óleo: «Cuando yo entré a estudiar Arte estaba mucho más de moda el acrílico, el óleo estaba en retirada. Además, el óleo costaba mucho más caro que el acrílico, que era muy barato. Entonces, para mí era mejor comprar acrílico porque yo era un estudiante de provincia, tenía que arrendar un lugar donde vivir y trabajar y no podía entrar en mayores gastos» (Sepúlveda 2016).

El dibujo también establece una relación particular con la pintura en su obra. Los contornos de las figuras están notoriamente marcados por un trazo oscuro, que separa una forma de otra:

«Siempre me han criticado, me preguntan por qué delineo mis pinturas, pero yo no puedo dejar de hacerlo. Me he propuesto hacer cuadros sin delinear y pinto y pinto y siempre le falta algo. Hasta que luego hago el delineado y digo: "Ya, ahí está"» (2016).

El cómic jugó un papel fundamental en la configuración esta forma de trabajar, sobre todo la utilización que hizo de él la industria televisiva de los años noventa:

«Yo vengo del cómic. Yo trataba de buscar una identidad al pintar y vi una serie en MTV que me llamó mucho la atención. Eran colores súper fuertes y figuras delineadas. Me quedé con esa imagen. Era el año 92 o 93. MTV en ese tiempo tenía muchas gráficas sicodélicas. Yo quería trabajar ahí. Me gustó tanto que fotografiaba la tele cuando daban esa secuencia. Quería captar el dibujo. De ahí me quedó el delineado» (Sepúlveda 2016).

La televisión, la gráfica de historieta y la cultura popular pueden ser vistas como una referencia al arte pop, que aparece en la escena internacional en la década de los sesenta, principalmente a través del trabajo de artistas como Andy Warhol y Roy Lichtenstein.

Un ejemplo de esta influencia es «El cantor popular», pieza donde el protagonista aparece rodeado de objetos de consumo masivo como casetes (detalle) y una lata de Coca-Cola.

La colección a la que pertenece este trabajo da cuenta de una reflexión acerca de las escenas que retrata el artista: lo local se actualiza con las tensiones de un mundo globalizado que se despliega ignorando las realidades específicas y, al mismo tiempo, modificándolas. Los oficios de la zona se ven atravesados por los sistemas productivos actuales: mientras que en la industria de la producción masiva los actores no son individualizables, estas actividades laborales promueven una relación directa, familiar y afectiva con el comprador o cliente.